PORQUE SABER CUÁL ES LA IMPORTANCIA histórica y ambiental del río Magdalena es esencial para entender por qué debemos cuidarlo, El Tiranosaurio Digital los invita a descubrir su Museo en el municipio de Honda, Tolima. Una experiencia narrada a través de la memoria del río y sus protagonistas.

Por: El Tiranosaurio Digital | @digitalsaurio
El Museo del río Magdalena queda en el caluroso municipio de Honda (Tolima) a pocos metros del propio río Magdalena, uno de los más importantes de Colombia junto al Amazonas, Cauca, Guaviare, Putumayo y el Caquetá.
Está ubicado en el edificio conocido por los lugareños como el Cuartel de la Ceiba (Calle 10 No 9-01) y nos enseña la historia del país a través del río. Protagonista desde tiempos inmemorables del desarrollo de Colombia.
Cuando entramos en el museo –la entrada cuesta 1000 pesos y 500 para los niños–, aprendemos que el río Magdalena nace en las frías tierras donde se juntan Cauca y Huila y desemboca en el cálido Caribe cerca Barranquilla.
Que es alimentado por las corrientes de agua que descienden desde los nevados del Tolima, Santa Isabel, el Cisne y el Ruíz y que se extiende a través de 1540 kilómetros, cruzando casi toda Colombia desde el sur hasta norte. –

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– Y que, en Honda, es desde donde se puede empezar a navegar. De allí la importancia del municipio, también conocido como La ciudad de los puentes.
En el museo también se puede conocer acerca de la relación del río con los pueblos indígenas, con la bárbara conquista española y con el antes y después del Grito de Independencia. Esto en una novedosa instalación, donde el visitante se siente como un ocupante de una embarcación de siglos pasados.
Que cuenta con una exhibición de algunas cédulas de navegación expedidas por la compañía fluvial en la época a los trabajadores, que representan los rostros de la clase obrera del momento.
Personas que eran seleccionadas para conformar un grupo en dicha embarcación, dependiendo de sus conocimientos y experiencia de trabajo. Algunos tenían encargos complejos y otros, tareas específicas que debían realizar a lo largo de una travesía.
– Para que la mercancía llegara sana y salva a su destino. –
– O en su defecto, la gente que iba en ella.
La exhibición también nos recuerda los mitos y leyendas que nacen del río como la del Mohan y la Patasola.
Terrores de pescadores, lavanderas y todo aquel que trabaje en el agua.
Además, nos previene sobre la agonía que padece el río actualmente, como la disminución constante y alarmante de especies y peces. Causada por la contaminación ambiental, la colonización de las ciénagas y las malas prácticas de pesca con instrumentos inadecuados como dinamita o cloro.
Así como por las intenciones del Estado de construir una vía de transporte para todo tipo de carga que atraviese por el torrente, que constituye el 24% del territorio nacional.
Amenazando el oficio-arte del pescador artesanal de las riberas del Magdalena, que históricamente han sobrevivido de la economía marítima.

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Que según señaló el director de la Fundación Humedales, Mauricio Valderrama, al Foro Nacional Ambiental -FNA- (2015) , provee “los mínimos valores para evitar la desnutrición de la población” en el bajo Magdalena. Donde el consumo per capita de pescado es “seis veces más alto que el promedio nacional”.
Información que no debe ser pasada por alto cuando de este poderoso río se trata, que comparte recursos hídricos con 22 de los 32 departamentos del país.
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